R que erre

El siglo XXI, el siglo de las revoluciones, no políticas, sino tecnológicas.

Así se presentaba el comienzo del milenio, un milenio que traería unas innovaciones que parecían tan siquiera inimaginables, pues nadie se esperaba que en veinte años el tener un teléfono fuera la norma y no la excepción, no se esperaban ver coches eléctricos como un método de transporte habitual y fiable, ni se esperaban leer en un formato distinto al papel o que las televisiones fueran a ser de altísima resolución y de fina silueta.

El mundo ha cambiado mucho en el presente siglo y en muchos sentidos la tecnología facilita nuestra vida, pero ello supone un problema y es que todos esos dispositivos que utilizamos comparten una serie de minerales y elementos escasos y en manos de pocos países, con los efectos que ello genera.

Pues estimados lectores, de eso os venimos a hablar hoy y es que nuestra compañera Alicia Valero habló este pasado 16 de noviembre de ello junto a otros profesionales de la industria en Aragón TV.

Para adentrarles en la materia, en los dispositivos móviles que hoy en día prácticamente todos poseemos, hay más de 50 elementos químicos distintos, siendo algunos de ellos minerales escasos y considerados críticos por la Unión Europea, como el oro o el coltán.

Por otro lado, en un vehículo eléctrico se encuentran en gran proporción materiales raros, como el litio, el níquel, el galio o el silicio, ello en las baterías, el motor y el sistema eléctrico del vehículo.

Y puede que se estén preguntando ¿Y por qué son críticos?

Pues bien, son críticos no sólo porque sean materiales claves de los que depende el funcionamiento de la mayoría de dispositivos electrónicos que utilizamos a diario, sino que es que además son fundamentales para las estructuras y maquinaria con la que se obtiene energía de fuentes renovables y sostenibles y ello no es la única razón por la que son críticos, sino que además, Europa no posee en su geografía grandes cantidades de dichos materiales y en muchos casos, aunque posea alguna reserva de los mismos, no la explotan por cuestiones ambientales, sociales y legales, con lo que se tienen que importar de países terceros, con la dependencia que ello genera (se debe también tener en cuenta que la mayoría de esos minerales son poseídos por un único país o un grupo muy reducido de los mismos, con lo que la relación de dependencia es aún mayor).

Ante este panorama ¿Qué es lo que se esta haciendo o se puede hacer? Pues bien, a parte de explotar sus propios recursos minerales, con los impedimentos legales y sociales que ello conlleva, el futuro de Europa pasa por el reciclaje y la reutilización de dichos materiales.

Y si bien es cierto que el proceso de recuperación de materiales como el oro es técnicamente complejísimo y se realiza en pocas empresas europeas, Aragón cuenta en este ámbito con empresas muy innovadoras y punteras en el sector, algunas de ellas están especializadas en extraer los componentes electrónicos de todo tipo de bienes, los acumulan y los exportan como materia primara para las plantas de refinado, otras empresas de nuestro territorio, por su parte realizan también el proceso de extracción y recuperación del oro, demostrando la valía del tejido empresarial aragonés y su apuesta clara por la innovación y la circularidad.

Otro ejemplo, es el caso del reciclaje de las placas solares que se realiza también en nuestra tierra, pues se ha conseguido mediante un proceso, reciclar con éxito el 98% de los materiales que tiene la placa, recuperando sobre todo el silicio presente en la misma (que es uno de los minerales críticos.

Por su parte Alicia, introdujo el hecho de que la Península Ibérica es una tierra rica en minerales críticos, es decir, caminamos a diario sobre una fortuna incalculable (para aclaración del lector; los recursos minerales son de dominio público, con lo que a pesar de que la explotación de los mismos se ceda a una empresa, los dueños teóricos de los recursos del país son todos los ciudadanos) de litio, tierras raras y otros minerales.

No obstante, como hay debates claros sobre su extracción (por consideraciones ambientales, sociales e incluso de rentabilidad económica) y que a pesar de su explotación los recursos extraídos seguirían siendo insuficientes para satisfacer toda la demanda que hay de los mismos, cabe concluir que nos encontramos en una paradoja energética.

¿Por qué una paradoja energética? Pues porque en definitiva, hemos pasado de depender de los combustibles fósiles que se importaban de países terceros, a depender de los minerales críticos que también importamos de unos pocos países terceros, volviendo a la misma paradoja al sustituir un tipo de dependencia por otra.

Con lo que la solución para que Europa tenga una autonomía frente al exterior sería no sólo explotar sus propios recursos minerales, sino además avanzar en medidas de reciclaje, reducción del consumo y circularidad.

Por otro lado estimados lectores, puede que algunos de ustedes se alarmen al leer «reducción del consumo», pues ante ello se nos viene inevitablemente a la mente pensar en que el crecimiento económico se detendrá o mínimo se frenará, con los efectos que ello tendrá sobre el estado del bienestar, pero queridos lectores, ello es algo relativo y que no necesariamente debe pasar, hay teorías económicas que sugieren que aún desincentivando el consumo salvaje (y a veces innecesario) tal y como se da ahora mismo, las economías podrán seguir creciendo al crear procedimientos que generan cadenas productivas de mayor valor, aunque ello mejor os lo contamos en otro artículo.

Y si queréis descubrirlo en mayor detalle podéis visualizar el reportaje entero en el video que os dejamos a continuación: