Basura, más basura
Por Antonio Valero
Las técnicas del empaquetamiento y embalaje se han convertido en los últimos cincuenta años en una forma muy sofisticada de venta. Se embala para proteger la mercancía de golpes, o de agentes externos; se envasa para conservar y se empaqueta para prestigiar una marca y hacer publicidad del producto. Las razones más primarias del envoltorio, como son la seguridad física o el robo, quedan atrás, y en muchos casos, el continente es más caro que el contenido, que se prestigia gracias a su presentación. Fabricar los envases requiere producir y transportar papel, cartón, madera, plástico, vidrio, acero o aluminio, que a su vez habrán sido fabricados y transportados desde innumerables partes del mundo, y habrán necesitado enormes cantidades de energía para su producción. Más temprano que tarde, todo va a la basura.
Unos 500 kilos de basura por persona y año producimos en España. Es repugnante ver de vez en cuando por televisión a esas personas mayores que acumulan todo tipo de desechos en sus casas, pero yo los veo muy ecológicos ya que al menos no se la dan al Ayuntamiento para que la esconda convenientemente. Si tuviéramos que pagar por el espacio que ocupa nuestra basura a precio de metros cuadrados de vivienda, ¿qué cosas no inventaríamos para evitarla?¿Por cuánto tiempo podemos mantener este despilfarro de materiales, agua y energía? ¿Por cuánto tiempo el ser humano va a considerar a la naturaleza como una fuente de recursos y un sumidero de residuos? No puede ser.
La naturaleza no produce envases. En todo caso los huevos, las conchas, los esqueletos y los corales que están hechas de carbonatos. Pero atención, sí excrementos. Después de millones de años de vida en la Tierra, ¿os imagináis lo que sería este planeta si estuviera lleno de vertederos de todas las criaturas que han vivido en él? Todos sus desechos se reciclan. Son alimento de alguna otra criatura, así que la rueda de la vida sigue. Y los maravillosos carbonatos nos han servido para que la cantidad de CO2 en la atmósfera sea tan baja que hasta ahora hemos podido aprovecharnos del magnífico Sol sin que por ello nos hayamos frito. Pero lamentablemente, si el CO2 aumenta mucho en los mares, y se incrementa su acidez haciendo que los corales se destruyan, y con ellos, que la vida a su alrededor desaparezca. Es un delicado equilibrio que hay que preservar.
Debemos urgentemente aprender de la naturaleza. ¿Qué podemos hacer? Algunas respuestas son evidentes, otras no tanto: Evitar empaquetar, consumir cosas de aquí cerca, hacer que los envases- y los productos- duren y se reutilicen, reciclar todo, y rediseñar sistemas industriales que sean capaces de metabolizar los desechos restantes. Es imperativo que nuestra sociedad alcance el nivel de cero residuos. Sin embargo, la lógica del mercado es la contraria, cuantos más residuos se producen, más barato es procesarlos. Hay que incidir más en que existan empresas que metabolicen los residuos.
Por ejemplo, las cementeras podrían sustituir miles de toneladas de combustibles fósiles si se les permitiera utilizar algunas fracciones de la basura. O empresas que se dedicaran a la reposición de suelos a partir de desechos orgánicos. Pero existen muchas barreras. Las tecnológicas, hay que investigar en el diseño de sistemas industriales más inteligentes; las legales, para que se legisle promoviendo los usos alternativos de los residuos; las sociales, para que se comprenda que los residuos son un problema de todos y que cualquier solución que se plantee debe ser aceptada con los debidos y necesarios controles. Está todo por hacer. La naturaleza nos guiará si no la destruimos antes.
Postdata: hace poco (Oct, 2019) estuve cenando con el Capitán Moore, el famoso biológo marino que descubrió y describió el séptimo continente. La enorme isla de plásticos que había en el Pacífico. Los malditos plásticos que tardan cientos de años en desaparecer después de un solo uso y lo que es peor que su degradación los microniza, haciendo que los peces los ingiereran y nosotros después.
Nos engañan cuando nos dicen que reciclar es echar los envases al contenedor amarillo. No los reciclan, sino que los recogen y así les facilitamos la tarea de separarlos. Y no promueven la reducción porque eso sería ir contra su propio negocio.